10 beneficios de la ayuda psicológica para pacientes de cáncer

Los beneficios de la ayuda psicológica para pacientes de cáncer se pueden explicar según la fase de la enfermedad o según los problemas específicos que afecten a cada persona. En esta lista sólo hay 10 pero, en realidad, pueden ser muchos más:
Afrontar el diagnóstico
Afrontar el diagnóstico de cáncer es difícil. Saber que se tiene esta enfermedad abre la puerta a cambios importantes en la autoimagen, las perspectivas de futuro, las rutinas diarias, etc. Muchas personas se preguntan “¿Por qué a mí?” y tienen miedo del tratamiento y de que este no funcione. También se preocupan por cómo lo vivirá su familia. Las reacciones más habituales son el miedo, la tristeza, la rabia y la incertidumbre. En el momento del diagnóstico es posible pasar unas horas en choque: la persona está tanto ensimismada con la noticia, que deja de prestar atención a lo que le dicen. Por eso es importante que vaya a las visitas acompañada: El acompañante podrá tomar notas y hacer preguntas importantes al oncólogo.
En este momento el apoyo psicológico se centra en ayudar al/a la paciente a expresarse y normalizar las reacciones emocionales. Normalizar estas reacciones quiere decir explicar que es normal experimentarlas, y que forman parte del proceso de adaptación al diagnóstico. En esta fase también facilitamos la comprensión de la información y intentamos deshacer falsos mitos que podrían crear miedos infundados.
Convivir con el tratamiento
El tratamiento del cáncer puede ser largo y combinar diversas modalidades (cirugía, quimioterapia, radioterapia, inmunoterapia, etc). Este tratamiento, a veces, provoca efectos secundarios. Los más habituales son la fatiga, los vómitos, la caída del cabello y el aumento del riesgo de infecciones. Pero no todas las personas tienen efectes adversos, ni los tienen con la misma intensidad. En parte dependen del tipo de tratamiento que se sigue. Además cada vez se controlan con más eficacia.
Desde la psicooncología explicamos por qué se produce cada uno de estos efectos. Damos herramientas que ayudan a reducir su impacto (relajación, visualización, etc) y facilitamos el seguimiento del tratamiento. También trabajamos para mantener la calidad de vida y preparamos preguntas importantes para hacer al médico.
Tomar decisiones
Durante la enfermedad las visitas al hospital son frecuentes, y con varios especialistas. Esto puede alterar horarios y rutinas familiares. También hay que tomar decisiones en torno a si hay que dejar (o no) el trabajo, cómo hablar del cáncer con los hijos, cómo deben cambiar los planes de futuro -que a menudo quedan olvidados-, etc. Incluso, a veces, hay varias opciones de tratamiento posibles y el/la paciente puede decidir cuál sigue, conjuntamente con el médico.
La ayuda psicológica para pacientes de cáncer sirve para evaluar los pros y contras de cada opción a escoger, teniendo en cuenta que las circunstancias pueden cambiar. Ayudamos a recoger y separar la información y tomar las decisiones conjuntamente con todos los implicados.
Manejar los cambios familiares
Tras muchos años de rutinas establecidas, el cáncer lo cambia todo. Cosas que formaban parte de la normalidad, como el reparto de tareas domésticas, el cuidado de los hijos o los nietos, el uso del coche familiar, etc, de repente se ven alteradas. Además el resto de la familia también puede sufrir ante el cáncer de su ser querido. Y a menudo piensan “Mi sufrimiento es poco importante, ahora lo más importante es él/ella, que es quien tiene el cáncer“.
Como psicooncólogo explico a los familiares que su sufrimiento es tan prioritario como el de la persona que tiene cáncer. Y junto con el/la paciente, buscamos la manera de facilitar los cambios que van surgiendo, para que se conviertan en una ayuda para la terapia y el bienestar.
Facilitar la comunicación familiar
Es habitual que el/la paciente quiera hablar de algún tema que le preocupa (el dolor, la muerte, etc.) y los familiares lo rechacen porque no saben cómo abordarlo, o al revés. O que para evitar hacer daño a otra persona, se callen ciertas cosas, que terminan afectando las relaciones personales. A veces la familia no sabe cómo ayudar y tiene la sensación de que no llega a todo.
En psicooncología planeamos cómo y cuándo abordar estas cuestiones: el lugar, el momento y el motivo. Facilitamos la comunicación basada en el respeto y ayudamos a expresar a cada persona lo que necesita. Todo ello contribuye a mejorar el clima familiar y resolver posibles tensiones.
Abordar el tema con los amigos
Los amigos son una fuente importante de apoyo social. Pero hay pacientes con cáncer que quieren mantener la enfermedad en secreto, para no tener que cargar con el sufrimiento de los demás. También es habitual que se sorprendan porque “algunos amigos que pensaba que estarían han desaparecido, y otros con los que no contaba, se han acercado“. A veces hay que aprender a responder adecuadamente a comentarios inoportunos y a la curiosidad morbosa.
La ayuda en este punto consiste en decidir qué información se da a cada persona y en facilitar herramientas de asertividad: saber responder a las peticiones positivas y las negativas manteniendo el respeto y la dignidad. También explico que los amigos y los psicólogos hacemos cosas diferentes, pero que ambas fuentes de apoyo son importantes.
Volver a la normalidad
“Desde fuera” parece que cuando una persona recibe el alta sus preocupaciones desaparecen. Y no siempre es así. Sin duda es una buena noticia, pero a veces da miedo perder el contacto con los médicos (con el que, si ocurría algo, nos podían atender rápidamente). Es posible que aparezca el síndrome de la espada de Damocles: el miedo, ante cualquier pequeño síntoma, de haber recaído en el cáncer.
Desde la ayuda psicológica para pacientes de cáncer entendemos que el retorno a la normalidad es lento y progresivo. Y algunas cosas pueden haber cambiado para siempre: el autoconcepto, la visión de la vida, etc. Además el malestar emocional se puede mantener, y conviene prestarle atención aunque el cáncer esté curado.
Afrontar la recaída
Algunas personas recaen en el cáncer. Y esto se vive con una gran frustración y sentimiento de derrota: “Todo lo que sufrí, la enfermedad, el tratamiento, los efectos secundarios … ¿no ha servido de nada?“. En este punto los/las pacientes pueden tener miedo a que la terapia ya no funcione.
Como psicooncólogo, trabajo para facilitar la expresión emocional y ayudar a tomar decisiones sobre el tratamiento. Las personas en esta situación se pueden sentir muy solas, y acompañarlas las ayuda a mejorar el estado de ánimo. También ayudo al/a la paciente a resolver otros problemas que le afecten.
Vivir el final de vida
Si la enfermedad se vuelve incurable, el tratamiento pasa a ser paliativo (de control de los síntomas). El objetivo es que el dolor, la preocupación u otros síntomas deterioren lo mínimo posible la calidad de vida. Aunque el tiempo restante es incierto, esta calidad de vida ayuda a mantener la actividad y hacer cosas que el/la paciente quiere hacer antes de morir.
En este momento en la ayuda psicológica para pacientes de cáncer es importante controlar el miedo a morir. No nos ponemos como objetivo “ser feliz”, porque la mayoría de veces es inasumible y nos impediría centrarnos en otras metas más asequibles. Otra preocupación habitual que manejar es la de qué ocurrirá con la familia. Incluso, a menudo, una persona con cáncer al final de la vida está más preocupada por su familia que por ella misma. También podemos hacer un repaso vital que ayude a la persona a saber que su vida ha tenido sentido, algo que facilitará que se vaya en paz.
Los últimos días
Cuando una persona se encuentra en los últimos días de su vida puede empezar a hacer el duelo. Es un momento muy difícil, para él/ella y su familia. Habitualmente los síntomas físicos están bien controlados pero, aún así, las necesidades pueden ser muy cambiantes a nivel emocional.
Ayudar a morir en paz es el principal objetivo de la ayuda psicológica para pacientes de cáncer en los últimos días. ¿Y cómo lo hacemos? Intentando cumplir sus deseos y voluntades: hablar con familiares, resolver cuestiones importantes (herencias, legados, etc). Que la muerte sea lo más tranquila posible y que el paciente pueda decidir, hasta donde sea posible, cómo quiere que sea este proceso.